Engine Nº1, un fondo activista de inversión, está enfrentando públicamente a Exxon a través de una campaña en la que acusa a la petrolera de avanzar a paso de tortuga en materia de sostenibilidad. Engine Nº1 se define a si misma como una empresa de inversión creada con el propósito de crear valor a largo plazo aprovechando el poder del capitalismo.
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La Comisión Europea (CE) anunció esta semana su Acto Delegado que define la taxonomía de las inversiones sostenibles. Postergar la definición del papel del gas y la energía nuclear para más adelante ha provocado reacciones airadas por parte de organizaciones no gubernamentales (ONG) y de algunos países.
Siete países europeos -Alemania, Francia, España, Dinamarca, Suecia, Holanda y Gran Bretaña-, se comprometieron ayer a dejar de prestar avales públicos a la exportación de combustibles fósiles. Gran Bretaña, Francia y Suecia presentaron ya planes concretos. España aun no ha comunicado los tiempos y ritmos del nuevo marco.
La salida al mercado la semana pasada de un fondo cotizado en bolsa (ETF, por sus siglas en inglés) lanzado por BlackRock ha roto todos los récords en fondos ESG. El vehículo denominado US Carbon Transition Readiness logró atraer 1.250 millones de dólares convirtiéndose en el fondo ETF más grande de la historia y poniendo de relieve el atractivo para los inversores institucionales de los instrumentos de inversión con contenido social, medio ambiental y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés). Pero hay una verdad oculta en la preferencia de los gestores de inversión por los fondos ESG.
Entre sospechas de green washing muchas veces confirmadas, el avance de las finanzas verdes parece incesante. Pero mientras tanto, la taxonomía que separa lo sostenible de lo contaminante siguen sin definirse.
La financiación colectiva de proyectos renovables hace posible colocar los ahorros con rentabilidades de un 3,5% de interés anual y con participaciones desde 500€.
La energía nuclear en Europa ve la puerta abierta con el Pacto Verde. La dificultad que supone para muchos países cumplir con el compromiso de reducción de emisiones y la ambición de las eléctricas han confluido en una insospechada campaña capaz de poner sordina no solo sobre los peligros, sino sobre los últimos accidentes, reales y graves, en las fronteras de Europa.